Año 2006
Durante tres años estuve desconectado de la escalada, me dediqué a otras cosas: snow, fotografía, viajé (a Thailandia, Tanzania, Kenia, Brasil, etc.). Pasado ese tiempo, me llamó David Munilla para comentarme que Chris Sharma quería bajar a probar la Chilam Balam y preguntaba si podía quedar con él para escalar y enseñarle la vía. Pero, en ese momento, yo estaba totalmente desconectado de la escalada, tenía otras cosas en la cabeza. Le dí indicaciones acerca de qué tipo de material debía llevarse y le comenté algunas cuestiones importantes que tenía que saber de la vía. Aun así, cuando bajaron, Chris y Miguel Riera, de Mallorca, me llamaron para que me pasara. Pero mi desconexión era tal que tampoco quería saber mucho del tema, menos aún después de tanta polémica, aunque sí me sentía orgulloso que alguien, en vez de hablar de la vía, decidiera probarla.
El gusanillo en el cuerpo
Chris insistió en conocerme, aunque yo no lo acompañara al Rosario, y bajó a Málaga para tomarse una cerveza conmigo. Me dio la enhorabuena por la vía y me comentó que no había visto una línea igual, que no podía probarla dos días seguidos ya que al segundo iba agotado y que, en su mejor intento, la hizo con dos caídas hasta la penúltima chapa, dónde tuvo que bajarse exhausto. Dijo que su intención era hacerla aunque tenía, en ese momento, pendiente un proyecto de psicobloc en Mallorca (el Pontach) y me animó a ir a probarlo. Desde luego, yo no estaba en condiciones de probar nada, mucho menos después de tanto tiempo sin tocar la roca, pero me metió de nuevo el gusanillo por hacer algo diferente y, además, pegar algún chapuzón en el agua. Así que me animé y fui a Mallorca. Quince días de playita y psicobloc, pero, ¡uf!, qué miedo: parecía que ibas a caer al agua y estamparte… Llevaba tres años sin escalar y, de golpe, paredes de quince y hasta de treinta metros sin cuerda, con caídas al mar. Está claro que la cosa no fue bien, pero, bueno, al final hasta hice 8a.
Después de aquel viaje, tomé la decisión de volver a escalar, pero con otra dinámica. Nada de entrenar y nada de proyectos de mayor envergadura que la de la Chilam. Sólo disfrutar sin exigirme nada, equipando proyectitos, y una cuenta pendiente en mi cabeza: volver más al clásico y abrir vías desde abajo, es decir, intentar rescatar aquello que hizo que me enamorase de la escalada. Darle ese toque de aventura que, en la escalada deportiva, había perdido. Desde luego, si algo tenía muy claro es que si antes ya escalaba sólo para mí, ahora lo sería más.
2011: primera repetición de Chilam Balam
El 13 de abril del 2011, ocho años después de la primera ascensión y tras algunos intentos por varios escaladores, se produjo la tan esperada repetición de la vía por Adam Odra. Tras cuatro días y siendo tres de escalada efectiva, la repetición la realizó en menor tiempo que mi primer encadenamiento. Adam escaló muy fluido, exceptuando la secuencia final donde la dureza y dificultad de la vía hicieron que se le viera muy justo.
De 9b+ a 9b, ocho años después
Mi impresión al presenciar el encadenamiento fue la de ver a un escalador con un base física y trayectoria mayor, como corresponde a un escalador de élite de una nueva generación, que recoge el testigo de la dificultad establecida. Si bien confirmaba mi propuesta en cuanto a complejidad, técnica, potencia y resistencia, rebajaba la graduación a 9b, en vez de 9b+ como propuse en el 2003, lo cual me parece coherente ya que siempre dije que se trataba de una propuesta, pendiente de repetición, basada tanto en mi experiencia como en la dificultad conocida hasta la fecha en que encadené Chillam. Con esta repetición, se confirma la proximidad de mi propuesta inicial al grado propuesto por Ondra. Como ya comenté con anterioridad, tenía mis dudas sobre mi propuesta y lo manifesté en 2003 en una entrevista a un periódico vasco mis sensaciones con respecto al grado creyendo que podía ser también 9b, ahora confirmadas por una primera repetición.
Después de varios años, esta vía que se creía al principio imposible de escalar, no solo se ha convertido en posible, sino que ya en 2017 cuenta con 4 repeticiones de diversos escaladores (Adam Ondra, Seb Bouind, Dani Andrada y xxxxx).
Como cierre de esta visita, Adam se desplazó a la cueva de Archidona donde probó la Orujo cotándola, como primera impresión, con una dificultad mínima de 9a+ y manifestando que era posible escalarla sin usar la presa artificial, quedando un paso de 8b+ de boulder. Lástima que no se quedara algunos días más para hacer la primera repetición, espero que algún día alguien se tome su tiempo para hacerlo.
Equipando y encadenando vías de alta dificultad
En los años siguientes, he seguido equipando un buen número de nuevos sectores, de todos los grados, como siempre, y he encadenado algunas vías de alta dificultad, como Periodismo de Conveniencia 8c+, Budo 8c, Q.T.R. 8c/+, Al Hakán 8c+/9a, Scarlett 8c+, El Duende Kalisto 8c+, Dan Maillard 8c+, El duende 9a, Matar a platon 8c+, Muerte blanca 8c, Sirocco 8c/+, etc. De estas últimas, resaltaría dos en especial: El Duende y Dan Maillard.
El Duende es una vía que busqué, rizando el rizo con la Chilam, en cuanto a longitud, pero más fácil. La coté de 9a y puede que sea la vía deportiva más larga del mundo. Por lo menos, no tengo constancia de que exista otra vía de 90 metros de longitud de una tirada. El trazado de la vía es en diagonal, como en la Chilam, pero con más canto, cruzando la cueva de Archidona de punta a punta. La verdad es que es una maratón de escalada y, evidentemente, las vagas son casi todas de un metro, siguiendo un sistema de fisuras y chorreras en diagonal y cruzando el arco de la Orujo en sentido contrario. El día del encadenamiento tardé casi dos horas en hacerla.
La otra vía que me llamó mucho la atención por su tipo de escalada es Dan Maillard 8c+, en honor a mi hermano fallecido. Puede que sea una de las vías más duras del mundo de escalada en fisura. Consta de unos 40 metros y empieza dentro de una cueva. Se encamina por una fisura de techo que, a 10 metros del inicio, es tan ancha que vas por dentro de ella escalándola como si fuera espeleología. Vas en X o de lado, apoyando la espalda en un lado y los pies en el otro, quedando el vacío bajo tus pies, hasta que se estrecha y te ves obligado a continuar el resto con empotres de cuño, hasta la reunión. Desde luego, con las manos vendadas totalmente.
Puede que sea de las vías más extrañas y peculiares que he hecho. Y todo esto, a mil quinientos metros de altura, con unas vistas y unos atardeceres idílicos. La verdad, que es un sitio especial.
Le he dedicado también más tiempo al clásico, abriendo vías desde abajo, como Buen Día 6b 110mts, Semilla de Oro 6c+ 220mts, Cuatro Estaciones 7b/E3 345 mts, Reposo y escape 7c/E3, Satélite espía 7c/E3.
También equipé vías de largos en deportiva de dificultad baja y media, la intención de reactivar la escalada en pared, y generar ambiente en ese estilo en El Chorro. Pasado los años me parece que no me equivoqué y funciona, algunas vías: Mal de ojo 7a 320m, Lluvia de asteroides 6a 260m, Estrella polar 6b 280m, Apocalipsis 6c 210m, Corazón que no siente 6c+ 220m, Mar de fuego 7a 220m, Ébola 6b+ 155m, Variante gigante verde 8a+ 240m.
Me alegra ver que las vías se repiten y disfrutan de ellas.
En el futuro, respecto a la escalada, mi intención es poder seguir equipando vías nuevas, creando nuevas zonas de escalada y escalar siempre que el cuerpo me lo permita independientemente de la dificultad.